LA DESCRIPCIÓN

Describir consiste en decir cómo es un objeto, persona, animal, paisaje, sentimiento,...Una buena descripción es aquella que provoca en el receptor una imagen mental de lo descrito. La descripciones son frecuentes en la literatura en la que acompañan a la narración; pero también pueden aparecer en textos no literarios como textos, científicos, catálogos, informes, etc. 

El objeto o tema de la descripción puede ser:


  • Un objeto físico (seres inanimados, personas, animales, lugares, etc.).
  • Una tema abstracto (sentimientos,  ambientes, creencias, conceptos...)

A) TIPOS DE DESCRIPCIÓN

1. SEGÚN EL PUNTO DE VISTA DEL EMISOR

Es importante considerar la actitud descriptiva, lo que nos permite distinguir entre descripciones objetivas y subjetivas. Las objetivas tienen una finalidad meramente informativa y, en ellas, el emisor oculta su punto de vista personal. Por el contrario, en las descripciones subjetivas el emisor pretende transmitir su propia visión personal del objeto.


2. SEGÚN LA INTENCIÓN COMUNICATIVA  

a) DESCRIPCIÓN NO LITERARIA: tiene una su finalidad práctica. Este tipo de descripciones suele informar sobre qué es, cómo es y cómo actúa algo. Este tipo de descripción aparece habitualmente en textos de carácter técnico, científico, histórico, etc. 

b) DESCRIPCIÓN LITERARIA: intenta plasmar de forma subjetiva la visión que tiene el autor de un paisaje, objeto, persona o sentimiento. 

Se caracteriza por la subjetividad y la expresividad. Predomina en ella la función poética del lenguaje y su finalidad es más estética que práctica: lo importante no es la información que transmite, sino el efecto que la imagen provoca en el lector.


3. SEGÚN EL OBJETO DESCRITO

a) La descripción de una persona. Si sólo se dan los aspectos físicos se denomina prosopografía. Si se hace referencia a las cualidades morales, entonces tenemos la etopeya. Si se describen ambos aspectos lo llamamos retrato.

Sin embargo, lo más frecuente es encontrar el retrato de una persona donde se aluda tanto a los rasgos físicos como a los psicológicos. El escritor puede manifestar su punto de vista sobre el personaje que describe, e incluso puede deformar y ridiculizar la visión de ese personaje hasta llegar a la caricatura. Cuando alguien se describe a sí mismo hablamos de autorretrato.

b) Un objeto

c) Cualquier realidad abstracta, ya sea una sensación, un sentimiento o emociones; es decir, aspectos psicológicos. 

d) Un paisaje (topografía). El escritor trata de captar el color, la luz... En la novela, los fragmentos descriptivos nos informan sobre el escenario y los personajes.

En ocasiones, la descripción de un paisaje puede expresar los sentimientos del autor. Este tipo de descripción se suele combinar con la narración o aparecer en textos líricos.

e) Un lugar

d) Un ambiente. Con esta descripción se pretende captar las sensaciones que provoca un lugar: inquietud, tranquilidad, miedo...


4. SEGÚN SU DINAMISMO

Descripción estática: el objeto de la descripción no está en movimiento.
Descripción dinámica: el objeto de la descripción está en movimiento.


B) CARACTERÍSTICAS LINGÜÍSTICAS DE LA DESCRIPCIÓN

Hablaremos de las características de la descripción según si nos hallamos ante una descripción subjetiva u objetiva.

1. Características lingüísticas de las descripción subjetiva 

Predomina en la literatura.

  • Uso de adjetivos valorativos y sufijos apreciativos (diminutivos, aumentativos y despectivos)
  • Uso frecuente de la enumeración.
  • Lenguaje connotativo.
  • Uso frecuente del pretérito imperfecto de indicativo y del presente.
  • Empleo frecuente de las oraciones copulativas.
  • Predominio de la función poética y uso de figuras retóricas.

2. Características lingüísticas de la descripción objetiva
  • La encontramos con frecuencia en textos científicos y técnicos.
  • Uso de tecnicismos, neologismos y préstamos lingüísticos.
  • Empleo de adjetivos especificativos. 
  • Lenguaje denotativo.
  • Uso frecuente del presente atemporal.
  • Uso de la 3ª persona del verbo, oraciones impersonales y la pasiva refleja.
  • Abundancia de conectores de aclaración, orden...
  • Abundan las oraciones coordinadas o yuxtapuestas.
  • Predominio de la función referencial.


TEXTO DESCRIPTIVO LITERARIO COMENTADO

(Extraído de http://www.lenguaparatontos.es/evau-selectividad/1-comentario-de-texto/texto-descriptivo/)


Miguel Hernández


RECOGED ESA VOZ

En una cárcel de su pueblo natal, Orihuela, ha muerto Miguel Hernández. Ha muerto solo, en una España hostil, enemiga de la España en que vivió su juventud, adversaria de la España que soñó su generosidad. Que otros maldigan a sus victimarios; que otros analicen y estudien su poesía. Yo quiero recordarlo.

Lo conocí cantando canciones populares españolas, en 1937. Poseía voz de bajo, un poco cerril, un poco animal inocente: sonaba a campo, a eco grave repetido por los valles, a piedra cayendo en un barranco. Tenía ojos oscuros de avellano, limpios, sin nada retorcido o intelectual; la boca, como las manos y el corazón, era grande y, como ellos, simple y jugosa, hecha de barro por unas manos puras y torpes; de mediana estatura, más bien robusto, era ágil, con la agilidad reposada de la sangre y los músculos, con la gravedad ágil de lo terrestre: se veía que era más prójimo de los potros serios y de los novillos melancólicos que de aquellos atormentados intelectuales compañeros suyos; llevaba la cabeza casi rapada y usaba pantalones de pana y alpargatas: parecía un soldado o un campesino. En aquella sala de un hotel de Valencia, llena de humo, de vanidad y, también, de pasión verdadera, Miguel Hernández cantaba con su voz de bajo y su cantar era como si todos los árboles cantaran. Como si un solo árbol, el árbol de una España naciente y milenaria, empezara a cantar de nuevo sus canciones. Ni chopo, ni olivo, ni encina, ni manzano, ni naranjo, sino todos ellos juntos, fundidas sus savias, sus aromas y sus hojas en ese árbol de carne y voz. Imposible recordarlo con palabras; más que en la memoria, “en el sabor del tiempo queda escrito”.

Después lo oí recitar poemas de amor y de guerra. A través de los versos –y no sabría decir ahora cómo eran o qué decían esos versos–, como a través de una cortina de luz lujosa, se oía mugir y gemir, se oía agonizar a un animal tierno y poderoso, un toro quizá, muerto en la tarde, alzando los ojos asombrados hacia unos impasibles espectadores de humo. Y ya no quisiera recordarlo más, ahora que tanto lo recuerdo. Sé que fuimos amigos; que caminamos por Madrid en ruinas y por Valencia, de noche, junto al mar o por las callejuelas intrincadas; sé que le gustaba trepar a los árboles y comer sandías, en tabernas de soldados; sé que después lo vi en París y que su presencia fue como una ráfaga de sol, de pan, en la ciudad negra. Lo recuerdo todo, pero no quisiera recordarlo...


(Octavio Paz, Las peras del olmo, 1957)


Este texto, fundamentalmente descriptivo, tiene unas características estilística que hacen de él un texto literario. Los datos que se corresponden con la función referencial, como nombres propios (“Miguel Hernández”, “Orihuela”, “Madrid”, “Valencia”…), alguna fecha concreta (“1937”) o términos denotativos (“pantalones de pana”, “alpargatas”, “comer sandías”), son escasos. En cambio, al recordar en él el autor a un poeta amigo, predominan los rasgos propios de la función expresiva como pronombres y verbos en 1ª persona (“yo quiero recordarlo”, “lo oí recitar”), el uso de la modalidad oracional desiderativa (“no quisiera recordarlo”) o la presencia de un léxico modalizado, que expresa la opinión del autor, como “manos puras”, “boca jugosa”, “ojos limpios”, etc.

Dicho esto, cabe destacar que la función poética es la más importante, la más visible, y con ella hay que relacionar la mayoría de los rasgos estilísticos. En primer lugar, llaman la atención las numerosísimas figuras retóricas, empezando por la anáfora o repetición (“Sé que fuimos amigos…, sé que le gustaba trepar…; sé que después lo vi…”), la polisíndeton (“Ni chopo, ni olivo, ni encina, ni manzano, ni naranjo”), la antítesis ( “no quisiera recordarlo más, ahora que tanto lo recuerdo”), la metáfora (“la boca hecha de barro” “ese árbol de carne y voz”), la comparación (“su presencia fue como una ráfaga de sol, de pan”, “su cantar era como si todos los árboles cantaran”), la paronimia (“mugir y gemir”) y la personificación (“la España que soñó su generosidad”). También es un rasgo de estilo el léxico culto, poético, aunque sin resultar rebuscado (“España hostil”, “victimarios”, “callejuelas intrincadas”). Sobresale el carácter simbólico de algunas palabras, relacionadas con la sencillez y la pureza que el autor percibía en Miguel Hernández. Hablamos de términos como “el árbol”, “la piedra”, “el pan” o “el barro”.

Desde el punto de vista lingüístico, también hay que mencionar algunos rasgos que se corresponden con el léxico típico de la descripción: abunda la adjetivación (“ojos oscuros y limpios”, “boca grande”, “atormentados intelectuales”, “España naciente y milenaria”, “callejuelas intrincadas”...), así como destacan algunos campos semánticos, sobre todo los relacionados con la naturaleza: “encina”, “olivo”, “valle”, “barranco”, “potros”… o con las partes del cuerpo (“ojos”, “pelo”, “boca”, “manos”, etc.). También cabe hacer hincapié en el uso de los tiempos verbales: en la primera parte sobresale un presente (“Yo quiero recordarlo”), en la parte descriptiva más evocadora dominan los pretéritos imperfectos (“poseía”, “cantaba”, “tenía”, “se veía”…) y, al final, se vuelve al presente (“Lo recuerdo todo”). También llama la atención la combinación de la oración compuesta, con frecuentes enumeraciones (“Ha muerto solo… que soñó su generosidad”), con oraciones simples y breves (“Yo quiero recordarlo”), lo que proporciona ritmo a la lectura.

Por último, hay que decir que la presencia del nombre del autor, "Miguel Hernández", con el que se abre el discurso, se percibe en todo el texto con las continuas referencias al poeta a través de elementos de cohesión como la elipsis `[“(Él) Ha muerto”, “(él) tenía”], los posesivos (“sus victimarios”, “su poesía”) o los pronombres (“lo oí”, “lo recuerdo”).


Si te interesa oír la voz de Miguel Hernández recitando en las trincheras su poema "Canción del esposo soldado", escucha el vídeo siguiente:




CANCIÓN DEL ESPOSO SOLDADO

He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
le acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejare a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.